La arquitectura de una residencia nunca está terminada. Las dinámicas familiares se transforman, las propiedades cambian de dueño y el tiempo pasa. Reformar el ámbito doméstico nos permite adaptarlo a quienes somos a lo largo de la vida y hace posible personalizar un espacio que antes fue ajeno.

En ese sentido, una casa es —o debería ser— siempre el reflejo de sus habitantes y no una simple colección de áreas definidas únicamente desde su dimensión funcional. Remodelar es un acto afectivo, que hace que una vivienda se convierta en nuestro hogar.

Cuando la arquitecta y diseñadora de joyas Patricia Solarte Guerrero adquirió esta casa, el arquitecto Fernando Bernal Londoño ya la había reformado. Se trata de una residencia con un diseño propio de la arquitectura moderna de la década de los sesenta.

Una serie de volúmenes superpuestos genera una espacialidad diversa, con dobles alturas que producen un ambiente donde el espacio se mira a sí mismo a través de las escaleras y balcones interiores.

Al tiempo de habitarla, Solarte, junto con Patricia Torres, reformó la propiedad para ampliar su área con dos cubos acristalados que sobresalen de la fachada como invernaderos. Estas nuevas estancias ofrecen un lugar vinculado con el jardín y los árboles circundantes. Además, gracias a las superficies de vidrio en sus muros y cubierta, aumentan la temperatura interior.

La arquitectura interior y la decoración estuvieron a cargo de la misma propietaria, quien implementó un proyecto en función de resaltar los valores de la construcción original. Las piezas de mobiliario y carpintería son fieles al ambiente tranquilo del espacio.

El uso de cuero y madera hace parecer que los objetos hubieran sido dispuestos para acompañar y complementar la arquitectura, no para destacarse. Una muestra de esto es la zona social, amoblada con sillas de la firma Minotti, mientras dos lámparas colgantes enfatizan la altura de este lugar.

Ante una espacialidad abierta, donde la mirada atraviesa los ambientes para rematar en ventanas que recortan fragmentos de la vegetación exterior, se propone una segunda arquitectura —la que se hace con muebles y objetos— que no genera obstrucciones visuales y refuerza el sentido de continuidad espacial.

Un tercer momento de intervención involucró a la arquitecta Liliana Becerra y a la empresa Octo6, dirigida por el ingeniero Cristóbal Villegas. Conforme a los requerimientos de Patricia Solarte, este equipo hizo un análisis desde el feng shui, una práctica china que busca el bienestar y la ocupación armónica del espacio.

Como resultado del mismo, propusieron varias intervenciones, entre ellas el acceso principal fue reformado, la puerta original se hizo más grande y se giró 45 grados, de tal forma que se luzca la doble altura del vestíbulo. De igual manera cambiaron una pequeña marquesina sobre el umbral por una cubierta de vidrio que ahora hace parte de la volumetría de la casa.

Por otro lado, en las zonas exteriores el equipo de Octo6 hizo un trabajo de adecuación de tal forma que se pueda llegar a las terrazas a través de una escalera de piedra que se adapta a la pendiente del terreno. Esto hace posible que los visitantes se dirijan hacia el jardín de manera más directa, sin tener que ingresar a la vivienda cuando hay reuniones sociales.

Esta casa cuenta un relato sobre su propia transformación. A lo largo del tiempo fue objeto de modificaciones, en las que intervinieron muchas manos, muchas ideas y muchos deseos. Sin embargo, el resultado no es un collage variopinto sino una obra unitaria, con diversidad espacial pero con un lenguaje uniforme, que busca la apertura hacia los jardines en lugar del protagonismo de sus fachadas.
Cinco puntos para destacar de esta casa:
1. Este proyecto surge del reconocimiento de los valores arquitectónicos de la casa original.
2. Parte de la intervención estuvo enfocada en fortalecer la relación de la casa con el jardín.
3. El acceso se modificó para aprovechar la doble altura del vestíbulo.
4. La propuesta de interiorismo se concibió para resaltar los valores de la construcción original.
5. Se utilizó el color gris para destacar la arquitectura sosegada del proyecto.