Vivir frente al mar es un anhelo compartido por muchos, pero hacerlo con estilo, diseño y personalidad convierte ese sueño en una verdadera experiencia. En la Costa Caribe colombiana, tres apartamentos capturan la esencia del trópico con propuestas arquitectónicas que privilegian la luz natural, los materiales frescos y las vistas infinitas.
1. Una obra en Cartagena llena de arte
El trabajo dirigido por el diseñador colombiano Camilo Sighinolfi en este apartamento en Cartagena es un recordatorio del alto nivel de la artesanía y de la mano de obra nacional. Situado a gran altura y con una vista estratégica hacia la bahía de esta ciudad costera, este proyecto de 700 metros cuadrados tomó su tiempo —literalmente—. “Y fue récord lograr llevar a cada rincón hasta el más mínimo detalle en apenas once meses”, comenta Sighinolfi, quien recibió este apartamento completamente nuevo y equipado.

Dentro de la sutileza del trabajo artesanal y la materialidad, Camilo destaca la mano de obra de los mosaicos de mármol hechos in situ en la cocina y los baños; la panelería en poliuretano high gloss, con lacas italianas, y la carpintería —realizada por Lusso Diseño— en cerezo, con dilataciones en bronce.

No obstante, lo que más sobresale para este diseñador es el detalle logrado en la cocina. “Está vestida en su totalidad de madera alistonada con poliuretano blanco; además, las neveras y la cava de vinos son paneladas, en tanto que la campana, la escalera y los herrajes son hechos ciento por ciento en bronce. Finalmente, el salpicadero y los mesones son de mármol arabescato”.

El arquitecto tenía claro que esta era la oportunidad perfecta para hacer algo muy diferente de la tipología clásica de las viviendas cartageneras. Por tal razón, eligió una paleta neutral y cálida en los sofás, poltronas, sillas y mesas, de marcas como Giorgetti, Moroso, Arflex, Gubi, Meridiani, Knoll, Mobilfresno e Ivano Redaelli.
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2. Un apartamento moderno en Barranquilla
El concepto de remodelación de este apartamento —con treinta años de historia y ubicado en Barranquilla (Atlántico)— giró en torno a la identidad de sus propietarios. Si bien pretendían modernizar su vivienda, no querían renunciar a su personalidad, lo que resultó en mezclar aspectos clásicos y contemporáneos.

La obra no solo abarcó la redistribución de algunos espacios de acuerdo con el estilo de vida de sus habitantes, sino la renovación de las redes internas —especialmente del sistema de aire acondicionado—, así como el remplazo de la carpintería arquitectónica y de los revestimientos de paredes y pisos.

En esta obra, el comedor, la sala y el estudio se integran parcialmente. Esto significa que es posible independizarlos entre sí, según la actividad, por medio de puertas corredizas.

Así, por ejemplo, el estudio y la sala se dividen gracias a estos elementos —fabricados en madera natural, revestidos de poliuretano blanco y decorados con unas finas molduras—, y el comedor y la sala se separan a través de un mueble piso-techo sin fondo, que cumple la función de dividir ambos espacios, pero que permite que no se relacionen visualmente.
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3. Penthouse en Santa Marta con una gran terraza
Memorias y sensaciones se entrelazan en el diseño de este penthouse, en Santa Marta, para crear una obra en las alturas, una vivienda suspendida en el aire, pensada para el goce de una familia que soñaba con un hogar íntimo y cálido.

Realizado por TARQ Studio en colaboración con la arquitecta Margarita Salazar, “este penthouse ofrece un refugio tranquilo frente al mar, donde el diseño y la naturaleza se encuentran en armonía”, explica Eduardo Torrente, fundador de la firma. Y es justo esto lo que se percibe desde el primer instante: una atmósfera donde cada espacio habla de serenidad, estética y pertenencia.

El 40 % del programa está destinado a zonas exteriores. Cuando se le pregunta a Torrente por el corazón del penthouse, no duda en responder: “La terraza”. Este espacio es el verdadero epicentro de la vida familiar, un sitio para compartir, descansar, celebrar, contemplar. Esa gran terraza domina la escena, no solo como espacio funcional, sino como centro emocional del hogar.

“Queríamos que esta área estuviera consolidada, y que, aparte de cumplir los usos de una zona exterior tan extensa —como piscina, jacuzzi y cocina—, evocara placer, sobre todo por el clima”.
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