Lucas Oberlaender y la arquitectura de los restaurantes

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Lucas Oberlaender y la arquitectura de los restaurantes

Simon Bosch

Arquitecto y filósofo, Lucas Oberlaender dirige su propio estudio de arquitectura, en el que aborda proyectos de diferentes escalas y programas. Esto incluye desde el diseño de objetos y muebles, hasta instalaciones artísticas y edificios de carácter público y privado, lo que le ha merecido numerosos reconocimientos, como el Premio Germán Samper Gnecco en la XXVIII Bienal Colombiana de Arquitectura y el Premio Lápiz de Acero en la categoría Arquitectura Efímera en 2014.

En la foto: Lucas Oberlaender.
Crédito de la foto: Lucía Tapiero, cortesía Lucas Oberlaender.

Su versatilidad proviene de un interés genuino en el campo del diseño, pero también de su formación integral: estudió un doble programa —Arquitectura y Filosofía— e hizo una maestría en Teoría e Historia en Canadá, lo que sin duda le ha brindado herramientas proyectuales valiosas.

Es así como ha venido desarrollando una obra que va más allá de los estereotipos tradicionales o las tendencias del momento, para cuestionar, mediante la forma —entendida en su sentido más amplio—, la frivolidad de algunos modelos actuales vacíos de significado.    

La arquitectura de los restaurantes

En dos de sus proyectos más recientes, los restaurantes Libre y Salvo Patria, en Bogotá, Oberlaender ha logrado materializar varias de las premisas esenciales para él. Aunque ambos negocios comparten la misma casa y exploran la cocina colombiana tradicional, el primero es un espacio más íntimo, destinado a pequeños grupos, mientras que el segundo está dirigido a grupos grandes.

Esta diferencia hace que uno sea más cálido y hogareño, y el otro, más informal y contemporáneo. El mayor desafío fue, justamente, encontrar una identidad para cada uno, sin que sus conceptos fueran del todo distintos, sino complementarios. 

En ese sentido, el diseño de los acabados, mobiliario e iluminación de cada lugar está pensado en función del ambiente que se pretende crear y, sin embargo, en armonía con el otro, por lo que en ninguno de los restaurantes se encuentran objetos genéricos o de catálogo; cada rincón, cada detalle es un diseño único y obedece al concepto que hay detrás. 

Finalmente, para Oberlander el diseño tiende a estar cada vez más mediado por herramientas digitales: “Todavía no sabemos exactamente cuáles serán las consecuencias de la inteligencia artificial en la arquitectura y la ciudad. En mi caso, me siento más cómodo con el mundo analógico y con la fabricación manual.

«Es paradójico, pero mientras más tendemos a pensar y a fabricar digitalmente, más valor hay en el saber hacer y en el trabajo de las personas que conocen sus oficios. Creo que eso es algo que podemos y debemos aprovechar en Colombia”, concluye el arquitecto.

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