Los dueños de este apartamento, situado en el norte de Bogotá, tenían una preocupación cuando lo adquirieron: que incluso después de remodelado fuera un lugar oscuro y frío, sobre todo en el área de la cocina. Con más de cuarenta años de construido, este espacio era amplio —tiene unos 300 metros cuadrados—, pero también muy compartimentado y con una vista limitada por quedar en un segundo piso.

Ese fue el escenario con el que se encontró el arquitecto Santiago Rodríguez —fundador de ASR Constructiva, firma especializada en desarrollar arquitectura residencial—. El reto era convertir este apartamento en un ambiente cálido, iluminado y moderno, y adaptarlo a los usos e intereses de las tres personas que lo ocuparían, por lo que se enfocó en la cocina.
“Si bien a la familia le interesa mucho la gastronomía, querían tener un lugar proporcionado y práctico, sin espacios innecesarios como el cuarto y el baño del servicio, o el patio de ropas”, explica Rodríguez.

La remodelación de la cocina
El arquitecto dividió este espacio en en tres momentos: la biblioteca, la parte interna y la social. Biblioteca y cocina son dos palabras que no suelen ir juntas, pero en este caso, relacionar ambos usos fue una apuesta efectiva.
“En la despensa —en la que también almacenan la comida— hicimos una estantería que permitiera un acceso fácil a todos los recetarios, que son una herencia familiar y que los clientes están consultando constantemente. Eso eleva la experiencia de cocinar: primero revisan en la biblioteca qué van a preparar y luego pasan a recoger los ingredientes allí mismo”.
Luego, en la parte externa, una isla separa el espacio de trabajo del comedor, pero hay un diálogo entre ambos lugares, lo que permite que este ambiente sea un punto de interacción social entre la familia y sus invitados.

Esta nueva distribución, que se logró derribando muros, sirvió para dos propósitos: tener una cocina iluminada gracias a su relación con el ventanal y lograr esa apertura que promueve compartir y disfrutar sin encerrarse.
“En la decoración minimalista del resto del apartamento —con una tendencia nórdica, en la que abundan los tonos cálidos de la madera—, la cocina es un extremo de color negro, un polo de atención que tiene su contraparte en la chimenea del piso social”, explica Santiago Rodríguez.