La arquitectura es un elemento importante de cualquier producción audiovisual. Otorga ese carácter visual que permite ambientar espacios en diferentes épocas. En el caso de Black Mirror, la construcción de las escenografías es clave para la narración de sus historias pesimistas y violentas, sobre todo en los cinco capítulos de su más reciente temporada.

La sexta temporada de Black Mirror sigue teniendo la misma premisa que las demás: contar historias independientes en las que los personajes tienen desenlaces fatales relacionados con la tecnología. La clave de estos episodios es que no están ubicados temporalmente en el futuro, sino en diferentes tiempos, y ahí es donde la arquitectura y el interiorismo entran a jugar un papel fundamental.

En general, la serie tiene una dirección de arte cuidadosa y una estética espacial intencionada en mostrar las corrientes y estilos de cada época que retrata. En los capítulos anteriores, el concepto futurista lo vemos aplicado a estructuras en hierro o vidrio, escaleras eléctricas o ascensores, elementos tecnológicos claves en este estilo arquitectónico.
La arquitectura de ‘Black Mirror’ en su sexta temporada

En esta última temporada, en el capítulo Beyond the Sea, el diseño de los interiores estuvo a cargo del diseñador de producción Udo Kramer, quien hizo un esfuerzo por respetar las características de las localidades elegidas para la historia.

En las escenas iniciales se puede ver un estilo retrofuturista, y aunque la casa en la que las grabaron estaba ubicada en España, lograron adaptarla como una pieza arquitectónica que encaja con la estética californiana propia de los años sesenta.

Otra de estas locaciones que aparecen en el capítulo es una casa en Reino Unido que contaba con las características de una propiedad americana de la época. Las modificaciones interiores fueron sustituidas por algunos detalles como el papel de colgadura, mobiliario y electrodomésticos y otros elementos que permitieron recrear ese espacio rural.

En este capítulo también aparece una nave espacial del año 1969, la cual fue diseñada para mantener el estilo propio de esa época, pero con algunos detalles muy futuristas que vuelven a poner en juego el papel importante que tiene la tecnología en ‘Black Mirror’, algo también visto en el primer capítulo, Joan is Awful.

Así, en diferentes capítulos como Loach Henry o Demon 79, la serie le apuesta a ambientar espacios cargados de estilo –algo que se puede apreciar en la paleta de color, en la materialidad de las superficies, pisos o en las piezas de mueblería y la decoración-. Es un espectáculo arquitectónico que permite adentrarnos a las historias.