El diseño de esta silla es una combinación entre la playa y el desierto 

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El diseño de esta silla es una combinación entre la playa y el desierto 

Cortesía Tucurinca

Rafael Zúñiga, creador de la firma Tucurinca, meditaba desde su taller en Santa Marta (Magdalena) sobre una idea que le daba vueltas en la mente: un producto que captara la esencia de las sillas que bordean la playa de El Rodadero. Por este motivo, cuando Mariana Vieira —fundadora del estudio Atlas— lo visitó, surgió casi de inmediato una propuesta de colaboración. 

“Este trabajo se inspira en la región. En mi caso, viene de El Rodadero, de su practicidad; por el lado de Mariana, viene de La Guajira y sus técnicas ancestrales, es más artesanal. Teníamos que unificar esas dos partes: Tucurinca con su componente más industrial y Atlas, más artesanal”, explica Zúñiga.

El diseño de la silla

Como arranque de este proyecto tomaron un diseño de Tucurinca que ya tiene trayectoria: la poltrona Mono. “Le hicimos ajustes a la estructura, como cambiar el soporte inferior en forma de X por una H. Además, la adapté para que pudiera sostener la lona y le retiré unos amarres en la parte baja del espaldar”, comenta el samario con la pasión de quien conoce cada detalle de su creación.

Sutil, provocativa y ancestral: así define Zúñiga a la poltrona Ilona, resultado de este trabajo en tándem que no pasa inadvertido. “Para mí, es una silla femenina; por eso su nombre”. Pero a pesar de su inspiración en las playas, está pensada para interiores. No es para tomar el sol o sentarse mojado. 

La creación de estas marcas está destinada a esos ambientes que necesitan frescura. Es una pieza que genera conversación, rompe con la monotonía y despierta curiosidad. Se podría decir que es un puente entre dos mundos, una síntesis de lugares y tiempos, de identidad y simbolismo entre la playa y el desierto; es una historia para ser contada en cualquier espacio. 

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